Hoy ya me encuentro en casa, dejando reposar las emociones tras uno de esos fines de semana que atesoraré durante todo el tiempo que tendré que esperar para volver a tener una trucha en las manos. Este cierre de temporada de pesca de truchas en la Región de Los Ríos fue una experiencia llena de aventuras, amistad y recuerdos inolvidables
El cierre de temporada en sí, lo veníamos planeando hace tiempo con mis amigos del club Fly Chile. Aunque aún quedaban tres semanas para seguir disfrutando de la pesca de salmónidos en la Región de Los Ríos, elegimos este fin de semana porque todo parecía alinearse: el clima todavía benévolo antes de que las lluvias otoñales subieran los ríos; la final nacional de la Liga de Pesca con Mosca en Chile, que se celebraría en el mismo río donde nos reuniríamos; y un feriado que nos regalaba un fin de semana largo perfecto para esta aventura.

Mi llegada a la región fue el jueves a las 7 de la mañana luego de un largo viaje desde Santiago, recibida por un ambiente frío y una tenue llovizna. Junto a Mauro y Tito bajamos los bolsos del bus, y pronto Pablo pasó a recogernos para llevarnos durante el último tramo, hacia Las Huellas.
La bienvenida fue cálida y emotiva. Volver a abrazar a nuestros amigos del sur y sentir su hospitalidad fue instantáneo. Entrar a esa casa, testigo de tantas aventuras, con la chimenea encendida y el aroma de la cocina sureña, me transportó a mi niñez, a esos veranos con mis abuelos en el campo, donde todo era refugio, seguridad y eternidad. Ver nuevamente a Lalo, Cheo y Andrea fue, sin duda, un lindo regalo.
Como es costumbre, después de un desayuno reconfortante, armamos los planes de pesca, nos vestimos y partimos al río, mientras Lalo iba en busca de Andreas al aeropuerto de Osorno. Esta vez elegimos el río Remehue, uno de los afluentes que posteriormente le da nacimiento al río Quinchilca. El paisaje era hermoso. Aunque nos comentaban que el río venía algo más crecido que en visitas anteriores de la temporada, nos pusimos manos a la obra…Luego de lanzar y lanzar, y pese a intentar con muchas moscas y técnicas, no logré ni un solo pique. Fue frustrante… pero seguí insistiendo hasta el final. El paisaje reconfortaba, por lo que aún sin pesca, el tiempo pasó volando.





A la hora de almuerzo, solo Ernesto había logrado una captura. Fue entonces cuando nuestro guía, Cheo, miró al cielo y sentenció que empezaría a llover en 20 minutos y que nada mejoraría. Propuso volver al centro de operaciones a almorzar y disfrutar de una tarde de bebidas espirituosas, historias y risas. No pasaron cinco minutos desde que llegamos a casa cuando la lluvia comenzó, fiel al pronóstico de nuestro “pitoniso”. Esa tarde/noche fue increíble. Tanto que al día siguiente me dolían los músculos de la cara de tanto reír.
Durante la tarde del viernes llegó casi todo el resto del grupo. Pero antes, como no podía ser de otra forma, volvimos al río frente a la casa para intentar revertir el bolo del día anterior. Esta vez las aguas venían aún más altas y frías. Probé de todo, pero tampoco logré capturas. Aunque al menos esta vez sentí el pique de una hermosa trucha arcoíris, que perdí justo al lado de mis pies, cuando ya estaba a punto de meterla al chinguillo. Y no solo eso: también hice perder una trucha a Lalo… en el momento en que ya la tenía en mi chinguillo, dio una vuelta espectacular y cortó el tippet. Aún dicen que le pegué una patada por debajo, de pura envidia porque yo no había sacado ninguna… jajaja. A esas alturas parecía que una nube negra estaba sobre mi.




A la hora de almuerzo, emprendimos rumbo a casa mientras la lluvia regresaba. Allí nos esperaba un pulmay que Lalo venía preparando desde la noche anterior y luego, unos choros al alicate, con el trabajo de Mauro y Ernesto, que estaban de miedo. ¡Por Dios, qué festín!


Por la tarde se sumaron Andrés, Zorro, Sergio, Chan y Vicente. Ya casi estábamos completos, solo faltaba Fer, quien llegó al día siguiente. Esa noche fue un nuevo momento de risas, atado y muchas anécdotas, mientras afuera llovía incesantemente.
El sábado comenzó con el inicio de la final de la Liga de Pesca con Mosca. Nuestros amigos, participantes del campeonato, no resistieron dejar que durmiéramos tranquilos y nos despertaron entre bromas. Aproveché que debía acompañar a Lalo a buscar a Fer al terminal, y partimos temprano. De regreso y con el equipo completo, armamos el plan de pesca mientras disfrutábamos del ansiado desayuno. Esta vez el destino sería el río Pichico, un poco más arriba del lugar donde se desarrollaba el campeonato.
El río Pichico es un afluente del Quinchilca, pequeño, rodeado de vegetación nativa y con buenas poblaciones de truchas… y más de alguna sorpresa para quien sepa buscar. Nunca lo había visitado antes, y el paisaje me conmovió incluso antes de entrar al agua. Al verlo, ya intuía que sería una linda jornada de pesca de truchas en la Región de Los Ríos.

Llegamos cerca de las 11 de la mañana, justo cuando caían las últimas gotas del frente lluvioso. Las aguas cristalinas nos avisaban que si queríamos capturas, sería clave el sigilo y una buena presentación. Monté un par de ninfas y empecé a pescar. En el segundo lance ya tenía mi primera arcoíris al otro lado de la caña. ¡Qué alegría romper la mala racha!

Los piques continuaron durante toda la jornada. En una vuelta del río descubrí una plancha hermosa donde las truchas se cebaban en superficie. Cambié de estrategia y pesqué a tándem, logrando varias capturas hermosas también.












Ya de vuelta en casa, celebramos el cierre de temporada con un asado preparado por Cheo. Rodeados de comida, amigos, celebración de cumpleaños y bebidas espirituosas, fue otra noche llena de historias, atados, anécdotas y risas que llenan el alma.




El domingo amaneció con bruma y, por fin, el sol hizo su aparición. Pero también trajo ese sabor a despedida. Decidimos volver al Remehue, en otro tramo, pero al llegar encontramos el río demasiado alto y peligroso.



Tras una rápida deliberación, regresamos al Pichico para despedir la temporada en ese rincón que tan bien nos recibió el día anterior. Y nuevamente, la pesca estuvo espectacular.









Fue duro dejar atrás ese lugar, ordenar todo y emprender regreso a casa. Pero volví con el corazón lleno, agradecido por cada momento compartido. Fue un cierre de temporada de pesca de truchas en la Región de Los Ríos que difícilmente olvidaré.
No puedo terminar sin felicitar a Nico Matamala, campeón de la Liga, y a mis amigos Adán por su tercer lugar, Juanjo con el sexto y, Roberto y Pablo por sus meritorios octavo y décimo lugar. También a todos quienes participaron y hacen crecer esta liga año a año.

Gracias Lalo, Cheo, Ernesto por ayudarme con la recopilación fotográfica…y gracias a los dueños de casa por hacer que este fugaz momentos haya sido nuevamente mágico.
Un gran abrazo a todos. Ahora es momento de dejar descansar a nuestras queridas truchas… y darles espacio a los pejerreyes para escribir nuevas aventuras.
Toto.
![]() | Lalo’s Lodge Las Huellas – Comuna de Los Lagos Región de los Ríos – Chile +56 9 5647 1427 |